¿Quién puede olvidar la imagen de Michael Moore cuando General Motors le cerró sus puertas en la cara durante el documental “Roger & Yo” cuando Moore y su cámara buscaban al ejecutivo de G.M. quien había clausurado una fábrica en su ciudad natal, Flint Michigan? Henry Kissinger huyó asustado ante la insistencia de la cámara en “Los Tribunales de Henry Kissinger,” el documental de Eugene Jarecki que revisó la biografía de Kissinger, visitando los países que fueron victimas de las decisiones tomadas por Kissinger desde Washington. Luego está Morgan Spurlock, quien arriesgó su cuerpo cuando experimentó con la dieta “todo McDonald’s” en “Super Size Me: ¿Comerías de Todo?” una película en la que el gigante de las hamburguesas estaba claramente ausente.
Los documentales y otras películas políticas les dan miedo a los políticos y líderes de negocios por todas partes, aunque estas producciones no están cambiando el mundo, por ahora. Pero sí están transformando el perfil de la industria cinematográfica. Cuando una película como “Super Size Me,” (cuyo costo total fue de $70,000) genera más de $30 millones en taquilla, los hombres de negocios prestan atención. “Fahrenheit 9/11” y otras películas abiertamente políticas resultaron ser más que un inexplicable éxito underground. Como consecuencia de esto más dinero se ha invertido en mostrar más ambiciosos puntos de vista sobre la sociedad y el mundo. “Syriana,” “Buenas Noches, y Buena Suerte,” y el documental de Al Gore “La Verdad Incómoda” – todos producidos por Participant Films – son algunos ejemplos.
Como todo en el mundo cinematográfico, el público forma una parte crucial de la ecuación. Los cineastas están, entre otras cosas, respondiendo a una demanda de este tipo de información. Cada vez es menos probable que en la televisión se muestren cubrimientos de largometraje sobre la guerra o el último huracán, por lo menos en los noticieros. No significa que el público no quiere ver este tipo de información pero dedicarle una hora a esto no encaja en los actuales parámetros del negocio de las noticias. Ahora que la tecnología permite a los cineastas hacer películas más rápidas (y económicas) que antes, los documentalistas han llenado el vacío, filmando conflictos que dividen a los norteamericanos, como la conmovedora y hermosa “Irak en Fragmentos,” o volviendo el tiempo atrás con el análisis minucioso sobre la trágica locura de los Estados Unidos en Vietnam, “La Niebla de la Guerra,” que en 2002 ganó el Oscar como mejor documental.
Las películas forman parte de dos tendencias muy estrechas. Historias reales han emergido como un campo de contar historias que tiene toda la fuerza emocional de la ficción. De igual manera el público todavía mira el drama y la ficción para explorar los misterios de los eventos y los personajes en el presente y el pasado. ¿Por qué no hacerlo entonces entretenido y rentable al mismo tiempo? George Bernard Shaw dijo que el conflicto es el punto central del drama. No hacía falta recordarle a nadie que una buena historia vende. Participant Productions, fundado por Jeff Skoll en 2004, ha destinado mayores presupuestos para hacer películas sobre los problemas políticos y sociales – “que inspirarán a la audiencia a involucrarse en los problemas que nos afectan a todos.” Si estas películas fuesen exitosas, habría más producciones tratando el mismo tema.
No es la primera vez que ésto ocurre. La experiencia cinematográfica no siempre se trataba del escapismo. Desde el inicio de las películas mudas hasta los años 50, los noticiarios fueron mostrados antes de proyectar un largometraje. Durante un par de años al inicio de los años 30, antes de que se les impusiera a los estudios el ”Motion Picture Production Code” para censurar el sexo y la política, las películas sobre hombres corruptos y los severos efectos de la Gran Depresión fueron los temas principales en Hollywood. Las películas “problemáticas” como “La Luz es para Todos” al final de los años 40 y al principio de los años 50, que trataba temas del racismo, antisemitismo y los efectos psicológicos de largo plazo de la guerra. Para los años 60, los grandes estudios de televisión estaban haciendo documentales de una hora en formato de 35 milímetros sobre disturbios sociales, rebelión de la juventud y la guerra en Vietnam. Algunas de estas fueron hechas por veteranos como Albert Maysles (“Gimme Shelter,” “Grey Gardens”) y D.A. Pennebaker (“Don’t Look Back,” “Monterrey Pop”) quien también trabajaba independientemente en largometrajes cuando no había el dinero de los estudios.
El documental más influyente de los años 70 probablemente fue “Hearts and Minds”, una mirada a la década de fracaso del ejército estadounidense en Vietnam. Fue dirigido por Peter Davies, un antiguo productor de CBS News. Poco tiempo después del estreno del documental en 1974, empezamos a ver películas sobre la Guerra como “Coming Home” and “El Cazador”. “Platoon,” de Oliver Stone, quien junto con Robert Altman se lanza en historias políticas más que cualquier otro director de Hollywood en ese nivel, vendría una década más tarde, en 1986. “Hearts and Minds” fue proyectada otra vez en 2004 por Rialto Pictures, una campaña que hizo un paralelo entre Irak y Vietnam. Rialto también relanzó “La Batalla De Argel,” el clásico francés sobre la Guerra de Argelia que hizo el mismo paralelo. Se proyectará nuevamente “Hearts and Minds” esta temporada en Israel, en el Festival Internacional de Haifa, en la ciudad israelí más grande, víctima de las recientes luchas. Si el cine pudiese ser usado como herramienta para enseñar una historia, sería una de los instrumentos más efectivos.
En los años 80 dos directores mostraron el camino: John Sayles y Erroll Morris. Sayles hizo su reputación de un día para otro con “The Return of the Secaucus 7,” un drama sin presupuesto, autofinanciado de 1980 sobre un grupo de estudiantes políticamente comprometidos que se reunió otra vez diez años después. Sayles hizo un balance entre una delicada mezcla de lo personal y lo político de sus personajes, inspirando el poco original “The Big Chill” con grandes estrellas sobre el mismo tópico poco después. Un guionista talentoso, sigue siendo una influencia entre cineastas, aunque su público no sea tan fiel a Sayles como él a sus principios. Su última película “Silver City” era una alegoría política sobre un candidato político con dificultades para expresarse, el hijo de padres poderosos (inspirado por George W. Bush), en un estado donde la corrupción e inmigración eran asuntos cruciales. Fue una de las mejores películas americanas de 2004, un año electoral. Lastimosamente el público no estuvo de acuerdo con esto.
Erroll Morris hacía pequeños documentales en los años 80 hasta que una de sus películas se salió de los esquemas. “The Thin Blue Line” cuenta la historia de un hombre acusado de cometer un asesinato en Texas siendo inocente. La perspectiva de la película era tan soberbia y minimalista como su mensaje. Igual que la música compuesta por Philip Glass. La reconstrucción de Morris de un asesinato fue elogiado por los críticos y logró una audiencia mucho mayor de la que todos esperaban frente a un nuevo giro en la manera clásica de contar una historia en la cual se castigó a un hombre injustamente. La audiencia pedía más.
Si los documentales sofisticados de Morris señalaban una nueva dirección, las películas en primera persona de Michael Moore ofrecían otra. Los viajes personales de Moore eran más ingeniosos que didácticos, lo que entonces le permitió conectarse con un público joven que normalmente es el nicho del mercado para las películas comerciales. Su influencia ha sido tan alta como su audiencia. Morgan Spurlock luchó contra McDonalds en 2002, ofreciendo su cuerpo como prueba de que la comida rápida no es tan compatible con la salud como uno podría pensar. Recientemente Kirby Dick enfrentó a la Asociación Cinematográfica de los Estados Unidos en: “This Film Is Not Yet Rated,” contratando a investigadores para revelar las identidades de las personas en el sistema secreto de clasificación dirigido por los estudios más influyentes.
El éxito de las taquillas de estas producciones – y la voluntad de las compañías de cable como HBO y Showtime de darles tiempo al aire – señala una evolución del público y de la industria cinematográfica. “World Trade Center” de Oliver Stone un tributo sentimental y conservador a los policías y bomberos quienes respondieron a los ataques del 11 de septiembre, también demuestra que no todas las películas surgen de la izquierda. Por lo tanto no todo ha cambiado. Hasta tal punto el proceso todavía incluye hacer sus propias películas y tomar sus propios riesgos con su propio dinero. Este género de películas suele tener presupuestos pequeños. Como ejemplo “Gunner Palace,” el documental hecho por Michael Tucker y Petra Epperlein en 2005, que seguía con dificultad los pasos de una unidad de la Guardia Nacional Estadounidense buscando en Baghdad insurgentes sospechosos y materiales de bombas. Auto financiado y filmado por Tucker mientras estaba infiltrado en esa unidad, es una de las mejores películas que ha surgido de la guerra en Irak. Tucker claramente logra tener la confianza de los soldados que demuestra un lado del ejército que no se ve en los folletos de reclutamiento, por lo tanto su reportaje tiene la precisión y vivacidad que solamente se presenta en el mejor periodismo. Después de ganar el respeto de los críticos, “Gunner Palace” tuvo un buen comportamiento en taquilla.
El próximo proyecto de Tucker también se hizo en Irak y fue auto financiado. Esta vez él mostró la guerra desde la perspectiva de un hombre inocente que fue encarcelado bajo Saddam Hussein y entonces pasó meses detenido cuando la coalición liderada por los norteamericanos asumió el control. Yunis Khatayer Abbas, un fotógrafo, camarógrafo y periodista fue capturado con sus hermanos en una redada que Tucker filmó en “Gunner Palace.” No fue sino hasta dos años después de filmar que Tucker supo que Yunis había sido acusado por los interrogadores del ejército norteamericano de hacer bombas como parte de un supuesto plan para asesinar a Tony Blair. Pasó nueve meses en cárceles estadounidenses, incluyendo Abu Ghraib, antes de ser liberado y decir que no había cargos en su contra. En un inglés rudimentario, Yunis habló sobre su confinamiento y lo absurdo de los cargos originales. Un hombre solemne, articulado e ingenioso, él personaliza el lado iraquí de la actual guerra, igual como los jóvenes soldados en “Gunner Palace” personalizó el lado americano.
La guerra según Yunis es un callejón sin salida donde nada tiene sentido. Aunque ahora, con imágenes añadidas de un soldado norteamericano que se hizo amigo del hombre iraquí en prisión y que corroboró gran parte de su testimonio “The Prisoner,” que primeramente fue hecho como documental de televisión de 54 minutos, se convertirá en una película para ser distribuida por una nueva parte de NetFlix. La preeminente compañía de video ve lo que los productores y los distribuidores tales como HBO, ThinkFilm (un distribuidor mayor de documentales) y Participant Films ya han reconocido; que existe un mercado para producciones que van más allá de lo que es el periodismo convencional y que las películas pueden ser actuales como el periodismo. Y hay más por venir. Participant está financiando un documental de Erroll Morris sobre Abu Ghraib, que según se informa estará enfocado en las grotescas fotografías que los soldados norteamericanos sacaron de los prisioneros ahí.
La guerra en Irak es solo un tema que genera una respuesta cinematográfica seria. La barrera entre los Estados Unidos y sus vecinos es otro. Los documentales tales como “De Nadie” (Sundance 2006) y “Las Cartas del Otro Lado” (Slamdance 2006) examinan la gran caminata hacia El Norte que desde hace años divide a las familias. Largometrajes dramáticos como “Lone Star” de John Sayles (1996) y “Las Tres Promesas de Melquíades Estrada” dirigido por Tommy Lee Jones (2005), están entre las primeras producciones que prometen ser la sangre nueva en la manera de contar historias. “María Llena de Gracia,” una película de suspenso que se trata del contrabando y de la inmigración, filmada en español por Josh Marston y financiada por HBO, demuestra otra dirección para los cineastas, que trabajan temas desafiantes y que no se limitan trabajándolos sólo en inglés.
La tendencia de abordar serios asuntos políticos en la pantalla, ¿es solo una tendencia? La taquilla determinará que tan amplia será esta nueva dirección. Para malo o para bien, los eventos globales se asegurarán de que los cineastas no se queden sin nuevas historias.
BIOGRAFÍA
David D’Arcy es anfitrión, escritor y coproductor de “Independent Minds”, premiado por su serie en la radio pública sobre tendencias en películas contemporáneas. El cubrió la escena cultural para la Radio Pública Nacional durante dos décadas. También ha trabajado como reportero y crítico para la radio y televisión BBC, y para la Canadian Broadcasting Company, cubriendo historias en Nortemérica, Latinoamérica, Europa, el norte de Africa, el Medio Oriente y Asia. Sus artículos y comentarios han aparecido en “The Economist,” “Vanity Fair,” “the Wall Street Journal,” “Metropolis” y muchas otras publicaciones. Es corresponsal para “The Art Newspaper,” una publicación mensual de Londres, y es editor contribuyente en “Art & Auction,” que cubre el mercado de arte internacional. También contribuye a “The Architects’ Newspaper,” que se ha convertido en la biblia de noticias para los interesados en arquitectura y diseño. El señor D’Arcy es conocido por sus entrevistas en vivo de cineastas en festivales alrededor del mundo. Actualmente se encuentran sus artículos publicados diariamente en GreenCine.com.
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